La cultura mexicana no amenaza a la estadounidense. Los mexicanos no son el “enemigo adentro”: simplemente son muchos y muy pronto serán más. Buscarán mezclarse con la cultura estadounidense… y asimilarse a ella en los aspectos esenciales: el idioma, la economía, la política, la obediencia a las leyes y, a mediano plazo, el matrimonio. Mantendrán diferencias en otros aspectos: añorarán por una o dos generaciones su tierra de origen; se aferrarán sabiamente a su cocina, tan rica y variadas como la hindú o la china; seguirán profesando su catolicismo y celebrarán las fiestas del calendario cívico y religioso… ¿Dónde está el problema? Ya quisiera Francia y Alemania este tipo de migrantes.

Por eso a ella no le gustaba besar...

Por eso a ella no le gustaba besar. Su madre aseguraba que los besos eran tan sucios como innecesarios en una relación, que eran inventos de la mercadotecnia y otras tretas snobistas y había decidido no besar a su marido solo por no caer en el consumismo. Si, por eso a ella no le gustaba besar. No besar era algo absolutamente normal. Una noche su esposo no llegó a casa. Fue orillado a volverse un cerdo consumista y revolcarse en el chiquero de una vecina, un corral tamaño matrimonial, de sábanas blancas, donde hasta antes del divorcio (de ella), eran naturales las prácticas snobistas nocturnas, los actos de depravación erótica y el insaciable consumo afectivo de unos labios cálidos.